Jean-Luc Godard. Últimamente parece estar de moda desmitificar a este legendario cineasta, esta leyenda viva del cine y estandarte de la genial corriente Nouvelle Vague, que revolucionó el mundo del celuloide durante finales de los 50's y la década de los 60's. Cineastas como Truffaut (mi favorito personal dentro del movimiento), Chabrol, Rohmer o el propio Godard (mi otro favorito de la Nueva Ola) reinventaron las normas del cine, rompiendo con el estilo clásico y concibiendo lo que sería el embrión del "cine moderno".
La instrucción de todos ellos se llevó a cabo principalmente en dos frentes. En primer lugar, la Cinemathèqe Française de París -donde, por otra parte, comenzó la revuelta de mayo del 68-, templo parisino del cine donde se proyectaba todo tipo de películas, clásicas y modernas, buenas y malas. Allí fue donde contemplaron obras de Howard Hawks, de John Ford, de Sam Fuller, de Alfred Hitchcock... y se enamoraron perdidamente de ellas; el segundo frente fue la revista Cahiers du Cinéma -fundada en 1951 por André Bazin-, desde la cual una nueva generación de críticos (entre ellos Godard, Rivette, Chabrol, Rohmer o Truffaut) creaban opinión sobre las películas, sobre los cineastas y sobre el modo de ver este genial medio.
Podría decirse que la actividad de esta "Nueva Ola" del cine francés comenzó con su precursor Jean Pierre Melville. Pero las primeras películas consideradas como puramente de la generación son fundamentalmente tres: Los 400 golpes (les 400 coups, 1959, François Truffaut), Hiroshima Mon Amour (1959, Alain Resnais), y Al final de la escapada (À Bout de Souffle, 1959, Jean-Luc Godard). Es precisamente en este título donde se unieron varios genios para crear una película totalmente innovadora y rompedora, una de mis favoritas del movimiento. Godard y Truffaut la escribieron, con la colaboración de Chabrol, y Godard la dirigió, además de editarla de manera absolutamente rompedora.
Ésta es la película que me ocupa hoy.
Introducción a Godard:
Como ya he dicho, parece estar de moda desmitificar a Godard. Igual que lo está decir que Marlon Brando "no era tan buen actor" (mentira, era un genio, maestro de maestros como Nicholson o De Niro).
El cineasta del cigarro y las eternas gafas de sol. Godard fue (sigue vivo, pero su obra actual me interesa más bien poco...) un cineasta brillante que rompió las encorsetadas normas clásicas del cine clásico, reclamando la maestría de genios menospreciados en la época como Howard Hawks.
Hizo un puñado de películas brillantes antes de radicalizarse y comprometer su cine a la causa del comunismo (decisión que hace que en cierto punto, su cine deje de interesarme, pues pierde esa "inocencia" y genialidad inicial).
Está claro que es un cineasta en ocasiones casi inaccesible (Alphaville), pero en otras demostró ser el genio mundano, el gran innovador que cambió muchas cosas, abonando el terreno para el cine moderno. Hablo de películas como Al final de la escapada o Banda Aparte.
Argumento (puede contener spoilers):
Al final de la escapada trata de una película protagonizada por unos brillantes Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg (bella como pocas en la pantalla). El argumento se centra en Michel (Belmondo) un joven que se limita a vivir el momento, resultando nihilista a veces -quedando emparentado con el Mersault de El extranjero, la novela de Albert Camus-, que comete un asesinato movido por el impuslo del momento, cuando se desplazaba en coche robado de Marsella a París. En París, se dedica a perseguir a un tal Antonio que le debe dinero, mientras seduce a viejas novias y trata de que Patricia (Seberg), una joven estadounidense que vende el New York Herald Tribune en los Campos Elíseos, le acompañe a Roma. Las dudas de ella y la huída de él de la policía desencadenan una historia de amor compleja que termina trágicamente.
"¿Qué significa... asquerosa?"
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