sábado, 14 de abril de 2007

Hannibal Falling (pero que very very down)

¿Aún sigue escuchando el lamento de los corderos, agente Starling?

Va con un poco de retraso, pero no quiero dejar pasar la oportunidad de plasmar mi opinión sobre el nuevo tumor >ejem, ejem<> pasado que le ha surgido a uno de mis personajes de culto, el eminente Hannibal Lecter, Doctor en psiquiatría.
Descubrí al personaje sobre los 12 años, cuando vi por primera vez El Silencio de los Corderos, y la hipnótica mirada del oh-tan-brillante Anthony Hopkins me cautivó de tal manera que no pude quitármela de la cabeza en varios días. Pero la sensación no era de miedo. Era pura admiración e idolatría.
Un niño que idolatra a un asesino psicópata.
Vi el silencio de los corderos en un viejo VHS que había por casa, como resarcimiento de la prohibición por parte de mi padre de "no ir a ver Hannibal", secuela que por aquel entonces estaba en la gran pantalla. Mis primos habían ido a verla, y me sentía intrigado y fascinado ante el festín de sutil violencia que debía ser el film. Pero no podía ir a verla.
Así que vi El silencio de los corderos en mi casa. Craso error -aunque ahora no me arrepiento en absoluto-, pues el visionado de la película aumentó mi interés.
Logré que me prestaran el libro de Hannibal en la biblioteca, alegando que lo sacaba para mi hermano mayor. Era un libro relativamente grande para un chaval de mi edad -bueno, ahora los niños pequeños leen tochos de 800 páginas gracias a Harry Potter-, pero no obstante, me lo leí en muy poco tiempo, porque estaba de vacaciones de verano.
Oh, qué brillante me parecía el buen doctor. Qué clarividencia, cómo impartía justicia poética. Era como cualquier superhéroe, combatía las injusticias, pero desde el propio mal. Era perfecto. Y le convertí en una de mis primeras figuras de culto.

Estoy considerando seriamente la posibilidad de comerme a su esposa.
Compré todos los libros de la saga en edición de bolsillo -El Dragón Rojo, El silencio de los corderos, y Hannibal- y los leí. Seguía sin poder ver la película, pero me resarcía leyendo las historias. Resultaba cómico para los tenderos que un chavalín comprara esa clase de libros.
Finalmente conseguí que mis primos me grabaran Hannibal de dvd pirata a cinta -yo aun no tenía ningun lector de dvd-. La película, aun a pesar de cambiar parte de los pasajes que más me habían intrigado del libro, me resultó magnífica. Anthony Hopkins, el único Dr Lecter posible, paseándose por Florencia con total impunidad, cometiendo asesinatos geniales y enamorándose perdidamente de la agente Clarice Starling. Mención aparte merece el odio que se ganó Jodie Foster por mi parte, por no haber aceptado volver a interpretar a la agente del FBI.
Había vencido, estaba viendo Hannibal.
Pasaron unos añitos, y se realizó una adaptación de la primera novela, El Dragón Rojo -de hecho, la segunda, tras Man Hunter, que resulta, para mi gusto, demasiado "ochentera"-. Fui al estreno -con mi padre-, y no me decepcionó en absoluto. Resultaba bastante fiel al texto, y los actores eran buenos -Edward Norton encajaba perfectamente, y aunque se viera que Anthony Hopkins estaba ya mayor para el papel, no importaba, porque era ÉL.
Pasaron los años de nuevo. Y ¡oh, sorpresa! Cuando ya creía cerrado el círculo del caníbal, se anuncia una precuela: Hannibal Rising -me niego a emplear el título en español, es ridículo, aunque peor sonaría la traducción literaria, que podría ser "la erección de Hannibal"-.
Tras ciertos problemas para ir a verla, en los que esta vez no estuvo involucrada ninguna prohibición paterna-, fui al cine. Esperando una decepción, pues no existe Hannibal Lecter posible sin Anthony Hopkins. Y porque esperaba que metieran una casquería demasiado explícita.
Y así fue. Un hannibal pipiolo y maniaco, más próximo a un joven Joker que a mi idolatrado caníbal, perpetrando una venganza practicamente extraída de mi adorada Kill Bill -katanas incluidas-, en una cinta plagada de explosiones y vísceras innecesarias.
Por Dios, ¿qué le habían hecho a mi admirado maniaco? yo ya conocía la historia de Misha, pues es revelada en parte en la novela Hannibal. Pero esto no tenía nombre.
Con los días, he aprendido a reconocer las bondades -alguna tiene- de la nueva historia de mi buen Dr Lecter. Pero aun así, espero que la lectura del libro me resulte menos irritante. Un personaje tan genial no merece un tratamiento tan simplista y comercial.
El señor Thomas Harris, antaño maestro de la prosa -aunque escritor de best-sellers, su estilo es elegante y personal- había vendido su alma a Dino De Laurentiis, y en el pack iba el buen doctor.
Igual que todo mal tiene un orígen -o eso quieren hacernos creer, por lo bonito que queda decir que "el hombre es bueno por naturaleza, blah blah blah"-, también lo tiene todo frikismo. Y la aspereza metálica de la voz de Hannibal Lecter, es, en gran parte, uno de los orígenes de mi actual estátus de friki reconocido e irredento.
Prefiero despedirme como solía hacer Lecter al menos, en la versión que con más cariño recuerdo:

A más ver, Clarice...

1 comentario:

Raquel H. dijo...

ey!hola!k t voy a decir de esta peli q no t haya dicho ya, sabes q a mi la sangre m divierte (xD) por lo q no critique mucho la peli, pero hay q reconocer q para ser Hannibal es demasiado sangrienta y poco original.
(q bien escribes jodío, como se nota q eres de letras...). Ale sigue así con el blog q esta mu chulo